La reducción de los lagos debido al cambio climático no se debe sólo a la desaparición de fuentes de agua; puede tener consecuencias dramáticas, incluso explosivas, para la corteza terrestre. Esta conexión queda claramente ilustrada por el lago Turkana en África Oriental, una masa de agua a menudo apodada “la cuna de la humanidad” debido a su tesoro de fósiles de homínidos antiguos.

El lago Turkana, el lago desértico más grande del mundo ubicado entre Kenia y el Gran Valle del Rift de Etiopía, ha experimentado fluctuaciones dramáticas en su tamaño durante milenios. Hace unos 9.000 años, era considerablemente más grande y estaba rodeado de exuberantes praderas y bosques, muy lejos de su paisaje árido actual.

A medida que el clima se volvió más seco hace entre 4.000 y 6.000 años, los niveles de agua del lago Turkana se desplomaron entre 100 y 150 metros. Esta reducción aparentemente gradual de la masa de agua tuvo profundas implicaciones para el lecho del lago, creando menos presión sobre sus fallas geológicas subyacentes.

Aquí es donde el cambio climático se cruza con la actividad sísmica y volcánica. La investigación dirigida por Christopher Scholz de la Universidad de Syracuse ha revelado que a medida que el lago se secó, los bordes de estas fallas comenzaron a deslizarse entre sí más rápidamente. Este mayor deslizamiento, con un promedio de 0,17 milímetros por año, se traduce en un mayor potencial sísmico. “Básicamente, el sistema de secado permite deslizarse más fácilmente a lo largo de esta zona de falla”, explica Scholz.

El peso reducido del agua probablemente también facilitó las erupciones volcánicas. Los modelos informáticos sugieren que permitió que el magma atrapado debajo del lecho del lago ascendiera más fácilmente hacia la superficie. Este hallazgo es significativo porque se basa en investigaciones anteriores que vinculan los niveles más bajos del mar con un mayor vulcanismo en las dorsales oceánicas, y ahora ofrecen evidencia concreta del mismo fenómeno que ocurre alrededor de un lago de agua dulce.

El lago Turkana ya cuenta con tres islas volcánicas, una de las cuales entró en erupción en 1888. Si bien el aumento de las precipitaciones relacionado con el cambio climático está reponiendo gradualmente los niveles de agua del lago Turkana, se necesitarán miles de años para que estos cambios amortigüen notablemente la actividad sísmica y volcánica.

Esta investigación destaca un punto crucial para las evaluaciones de riesgos: el cambio climático no se trata solo del aumento del nivel del mar o del clima extremo; puede impactar profundamente procesos geológicos como terremotos y erupciones volcánicas. Los gobiernos deben tener en cuenta las posibles consecuencias de la fluctuación de los niveles de agua, particularmente antes de construir o eliminar represas, integrando el monitoreo de terremotos en los proyectos de infraestructura dentro de las regiones en riesgo.

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